3 amantes
Me he llegado a juntar con 3 amantes a la vez. Algunos pensarán qué suertuda y otros que soy una fresca. La verdad es que me da igual. Soy todo eso…y mucho más.
Aunque no sé si son 3 amantes o podemos dar el honor de ser considerado “novio” al primero, por aquello de haber llegado antes que los 2 restantes.
Mi “novio” es un gurú. Sí, un gurú. Le conocí en un retiro espiritual de limpieza de auras. Allí me di cuenta de lo sucísima que tenía mi aura. Por suerte, en un fin de semana me la dejaron niquelada. Él también la debía de tener sucísima, el aura digo, porque se pasó todo el fin de semana en estado catatónico. Al volver del retiro, le ofrecí llevarle a su casa, pues él no tenía coche. Los gurús es que no tienen pertenencias. Confían en que la vida provee. Y me invitó a subir a su casa, tenía alquilada una habitación a las afueras de Madrid. Por lo visto, es que los gurús no se mezclan mucho con la plebe. Y allí nos besamos tiernamente, casi no tocaba su lengua con la mía, y me daba besitos suaves, casi transparentes, en los labios y por todo mi cuerpo. Después de 2horas de tanta ternura, yo ya estaba más salida que el pico de una mesa y quería follar. Pero él me dijo que no podía gastar energía. Que eso de hacer el amor era muy desgastante si no teníamos alineados los chakras. Esa noche me fui a mi casa, calentita y bastante cabreada con el tantra y con los chakras. Yo creo que ya se me volvió a ensuciar el aura y todo del calentón con el que me quedé. Me acordé de mi madre, que siempre me ha dicho que tengo un radar especial para sentirme atraída solo por hombres vagos y raros. Muy raros.
Estuve con el gurú un par de semanas, pero tenía que canalizar toda mi energía sexual contenida con alguien, así que una noche bajé a tomarme un mojito al bar de la esquina de mi casa y me follé al camarero en el baño. Fue algo incómodo, acabé con cardenales en las piernas y con dolor en el coxis. La verdad es que a 100 metros estaba mi casa, pero yo tenía tantas ganas de desfogarme que no aguantaba ni un minuto más. Ese hombre sí que era un macho ibérico de pelo en pecho, al que le gustaba el fútbol y la cerveza tanto que las había hecho su negocio y ahora regentaba un bar muy animado con unos baños muy recomendables. Me pillaba cerca de casa y cuando él cerraba el bar, nos quedábamos tomando cocktails y comía de mi vientre frutos secos y palomitas de maíz.
Así que de repente me vi con el gurú, y con el camarero a la vez. No lo hice adrede, fluyó así. El gurú me enseño que todo de fluir y canalizarse. Yo solo seguí sus sabios consejos.