¿Qué es el dichoso portal 999 de hoy?

Quizás estos días hayas oído hablar del portal 9 9 9. O quizás esto te suene a película de ciencia ficción.

Como tengo la mente abierta y una curiosidad incansable, he decidido informarme y documentarme al respecto y bajar a la Tierra toda esta avalancha de portales, numerología y pseudoespiritualidad que a veces siento que me rodea y que me hace sentir a veces como un extraterreste en mi propio planeta.

Según mis pesquisas,  algunas tradiciones ancestrales, hoy viernes nueve de septiembre de 2016 se abre un portal llamado 9 9 9 porque corresponde al día y al mes en el que nos encontramos y que si sumas los dígitos del año en el que vivimos también suma 9 y que encima, si sumas 9 + 9 +9 da 27 y 2 +7 = 9.

Vamos, que si vas al Casino hoy, tiene pinta que el 9 va a estar muy solicitado.

Hoy se cierra un ciclo y comienza otro. Cuentan los maestros más iluminados con respecto a este tema que, a partir de hoy, se abre una nueva mentalidad más espiritual y solidaria. Es como una ampliación de conciencia para dejar de mirarnos el ombligo y darnos cuenta de que tenemos que unirnos para crear un mundo mejor.

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¿Si no te quieres a ti mismo no conseguirás el amor de los demás?

La frase que más oigo últimamente es “Quiérete a ti misma” (incluso probablemente haya sido la frase que más he oído en mi vida).

Admito que es una buena recomendación. Pero es cómo decirle a alguien que no sabe cocinar, “Come sano”. Pues te dice que sí, que genial, que está de acuerdo, pero ¿CÓMO SE HACE ESO?

¿Cómo alguien que no se ama, comienza a amarse? No me veo levantándome un día por la mañana y de repente decir, ostras, cuánto me quiero!  Al menos a mí, eso no me ha pasado (aún). Ni con el amor, ni con la comida. No abro la nevera y me encuentro por arte de magia un montón de tuppers de ensalada y tofu.

Así que a veces siento que como alguien me vuelva a decir que todo pasa por amarse a uno mismo, yo creo que le doy el Óscar al mejor actor revelación. Se debe pensar que ha descubierto el oro.

Es como si para conseguir el amor de los demás, fuese requisito imprescindible amarse a uno mismo. Porque claro, si no te amas a ti mismo, quién te va a querer?  Pues, en mi opinión, mucha gente. Yo me quiero más bien poco, por no decir nada. Pero hay un montón de gente que me quiere mucho. E incluso que me ama con toda su alma. Así que ya tenemos un caso en la raza humana de alguien que no se quiere así mismo pero que los demás le quieren mucho.

Esto me tranquiliza. Porque me he pasado años como un conejo detrás de la zanahoria, tratando de quererme a mí misma, porque claro, si no…quién me iba a querer?

Qué locura. Tener que hacer un esfuerzo extra para que te quieran. Como si no tuviera el derecho primal de ser amada por el simple hecho de nacer.

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Me amo, me cuido

Durante la Luna Creciente tenemos la habilidad natural de  ver con claridad nuestros objetivos e ir a por ellos, como verdaderas arqueras que siempre dan en la diana.

Mi objetivo en esta luna creciente es: ME AMO, ME CUIDO.

Comparto mi decálogo de la mujer sana:

  1. Cuido mi alimentación.

Soy consciente de que soy lo que como y de  que la gasolina que me hace funcionar no debería provenir del sufrimiento y la muerte de nadie. Me nutro con amor y respeto.

  1. Conozco y honro mi cuerpo.

Soy conocedora de mis ciclos y de mi salud. Sé que soy mucho más que un cuerpo, pero le honro, le cuido y autogestiono mi salud. Hago ejercicio suave a menudo para poder fluir con la vida y canalizar mi energía.  Medito a diario pues mi goce  existencial se encuentra en el silencio interno.

  1. Cuido mi templo sagrado.

Sé que mi útero-corazón es sagrado  es el responsable de sentir  y gestionar mi salud física y emocional, así que no dejo que cualquier persona entre en él. No contamino mi útero ni mi corazón con la inconsciencia ajena. Me mantengo limpia y sana.

  1. No me rodeo de gente tóxica ni con adicciones.

Cuido mis relaciones de amistad y amorosas relacionándome con personas sanas y que no mantengan relaciones de poder y dependencia propias de las adicciones. No elijo a personas que me chupan la energía y que no vibren en la energía del amor que soy.

  1. Pido ayuda.

Soy consciente de que a veces necesito ayuda para manejar algunas cuestiones y que pedir ayuda no me hace más débil sino más fuerte. La sensibilidad es una fortaleza, no una debilidad.

  1. Me valoro.

Sé quién soy, adonde voy, que necesito y cómo satisfacer mis necesidades y por eso elijo compartirme conscientemente con alguien que disfrute de mi luz y  al que no le de miedo mis sombras.  No acepto nunca menos de lo que merezco. No acepto migajas de amor. Sólo amor completo, único e incondicional.

  1. Soy amable conmigo.

Me permito ser y soy amable conmigo. No me exijo nada pues me amo y me acepto tal y como soy ahora. No exijo que los demás cambien ni digan ni hagan nada diferente a lo que hacen, pues les acepto y les amo tal exactamente cómo son.

  1. Me comunico.

Soy asertiva y expreso lo que quiero y lo que no quiero en cada momento. Comunico mi sentir de una manera honesta y no manipuladora. Si tengo que decir que “no”, lo digo claramente y sin culpa.

  1. Me responsabilizo de mí. No culpo a otras personas de lo que me sucede.

Así como yo me responsabilizo de mis heridas y de las consecuencias de mis actos, no me hago cargo del sentir y de las opiniones de los demás, pues respeto sus procesos y no interfiero en ellos.

  1. Respeto a la Madre Tierra.

No contamino la Tierra que piso y que me da la vida. La Madre Tierra es la mujer primogénita y  la cuido y respeto a través de mi cuerpo, las plantas y los animales.

 

Te animo a que hagas tu propio decálogo y te lo tatúes…o lo dejes en un post it en el espejo del baño para tenerlo bien presente 🙂

 

Verano de Luna Llena

Al principio, desde mi ventana se veía el cielo azul y las noches estrelladas de Madrid. Me gustaba dormir desnuda encima del sillón que había colocado estratégicamente al lado del ventanal, para empaparme de la Luna Llena en cada ciclo. Hasta que el año pasado construyeron otro edificio de viviendas gemelo al mío,  justo en frente.

No quería resistirme a la cita lunar que tenía conmigo misma cada mes desde hace más de 13 lunas, así que continúe con mis automasajes de pechos con final feliz bañada por la enigmática Luna Llena.

Este invierno, mi ventana permaneció cerrada a la lluvia y al frío, pero a través del cristal, disfruté puntualmente de mi cita mensual con la Luna Llena y de cada centímetro de mi piel,  bañada por la luz que mi guía lunar arrojaba con pasión sobre mis sombras más ocultas.

Ha llegado un tórrido verano a Madrid. Me encanta disfrutar de la leve brisa nocturna de estos días, con las ventanas abiertas de par en par.  Empaparme de los sonidos que llegan a mí como un torrente de vida oculta  que fluye a través de  la noche.

No fui consciente de que además de mi amiga la Luna, alguien más me hacía compañía en estas citas de pasión nocturna conmigo misma: tenía una nueva pareja de vecinos en la ventana justo en frente de la mía.

Ardía una noche de plenilunio, cuando escuché entre la vigilia y el sueño, unos gemidos que circulaban por el aire,  a veces sostenidos entre las sábanas y a veces liberados salvajemente sin pudor. Dicen que las mujeres nos excitamos por el oído y los hombres, con la vista. Y pude sentir en mí aquella excitación femenina auditiva que se transformó en un calor chispeante entre mis muslos. Sólo con los sonidos de aquellos aullidos de pasión, me imaginé cómo un hombre embestía  por detrás a una mujer desnuda tapándola la boca para intentar acallar tanto amor desbocado. Imaginé cada lametón, cada beso, cada caricia, cada orgasmo, una y otra vez. Una y otra vez.

La noche siguiente, presa de una excitación volcánica, esperando a disfrutar de aquellos gemidos de nuevo, e incluso, ojo avizor para ver si, además de calentar mi oído, aquella pareja de amantes, calentaban mis pupilas. Pero no había rastro de aquellos amantes cantores de mis pasiones veraniegas. Supuse que lo que hace único de lo salvaje es que es momentáneo y pasajero. Me gustó imaginarles dormidos, tranquilos, abrazados, reposando ella sobre el pecho de él, sintiéndose completa y amada. Me dormí con ellos en mi mente y miré a la Luna Llena de aquel mes, agradeciéndole tanto amor bañado por su luz y expresado en mil formas y escenarios diferentes.

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3 amantes

Me he llegado a juntar con 3 amantes a la vez. Algunos pensarán qué suertuda y otros que soy una fresca. La verdad es que me da igual. Soy todo eso…y mucho más.

Aunque no sé si son 3 amantes o podemos dar el honor de ser considerado “novio” al primero, por aquello de haber llegado antes que los 2 restantes.

Mi “novio” es  un gurú. Sí, un gurú. Le conocí en un retiro espiritual de limpieza de auras. Allí me di cuenta de lo sucísima que tenía mi aura. Por suerte, en un fin de semana me la dejaron niquelada. Él también la debía de tener sucísima, el aura digo, porque se pasó todo el fin  de semana en estado catatónico. Al volver del retiro, le ofrecí llevarle a su casa, pues él no tenía coche. Los gurús es que no tienen pertenencias. Confían en que la vida provee. Y me invitó a subir a su casa, tenía alquilada una habitación a las afueras de Madrid.  Por lo visto, es que los gurús no se mezclan mucho con la plebe. Y allí nos besamos tiernamente, casi no tocaba su lengua con la mía, y me daba besitos suaves, casi transparentes, en los labios y por todo mi cuerpo. Después de 2horas de tanta ternura, yo ya estaba más salida que el pico de una mesa y quería follar. Pero él me dijo que no podía gastar energía. Que eso de hacer el amor era muy desgastante si no teníamos alineados los chakras. Esa noche me fui a mi casa, calentita y bastante cabreada con el tantra y con los chakras.  Yo creo que ya se me volvió a ensuciar el aura y todo del calentón con el que me quedé.  Me acordé de mi madre, que siempre me ha dicho que tengo un radar especial para sentirme atraída solo por hombres vagos y raros. Muy raros.

Estuve con el gurú un par de semanas, pero tenía que canalizar toda mi energía sexual contenida con alguien, así que una noche bajé a tomarme un mojito al bar de la esquina de mi casa y me follé al camarero en el baño. Fue algo incómodo, acabé con cardenales en las piernas y con dolor en el coxis.  La verdad es que a 100 metros estaba mi casa, pero yo tenía tantas ganas de desfogarme que no aguantaba ni un minuto más. Ese hombre sí que era un macho ibérico de pelo en pecho, al que le gustaba el fútbol y la cerveza tanto que las había hecho su negocio y ahora regentaba un bar muy animado con unos baños muy recomendables. Me pillaba cerca de casa y cuando él cerraba el bar, nos quedábamos tomando cocktails y comía de mi vientre frutos secos y palomitas de maíz.

Así que de repente me vi con el gurú, y con el camarero a la vez.  No lo hice adrede, fluyó así. El gurú me enseño que todo de fluir y canalizarse. Yo solo seguí sus sabios consejos.

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Susurros de amor

No hay nada que me excite más que me digan  cositas subidas de tono al oído. Es algo que me retuerce de placer al instante. Si un hombre descubre esto y sabe cómo utilizarlo, me tiene húmeda y expectante cuando quiera.

No hay para mí nada como el estímulo auditivo. Dicen que los hombres, en cambio,  son más visuales y de ahí viene el éxito de la lencería, el maquillaje y los tacones. Las mujeres nos hemos dado cuenta de esto hace varios millones de años y utilizamos estos estímulos para conseguir atrapar a los hombres bajo nuestras faldas. La cantidad de dinero que invierte una mujer en estos objetos es enorme. Incluso hacemos cursos para aprender a maquillarnos, nos gastamos miles de euros en medias de encaje, sujetadores y corpiños imposibles de utilizar después para ir a la oficina pero que sirven para un objetivo mayor.  Tanto esfuerzo  nos merece la pena cuando ellos nos miran con deseo y se hacen un lío tratando de desabrochar tantos corchetes.

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foto de articulo elegir pareja

¿Cómo elegir a un compañero para toda la vida?

  1. Elige a alguien como si fueras ciego: cierra los ojos y siente qué te transmite esa persona. En nuestra cultural actual nos basamos demasiado en lo que nos dicen nuestros ojos externos, que proporcionan información muy útil también, pero nos olvidamos de conectar con nuestra intuición, que siempre es una guía fiel y sabia.
  1. Elige a alguien con habilidad para aprender:  así tienes garantizado que tu pareja crecerá y se adaptará a tus cambios y los suyos propios. Vivimos en un mundo cíclico y cambiante por lo que la capacidad de aprender es clave. Nuestro cuerpo, nuestros gustos, nuestros proyectos…todo cambia muy rápido y si nos rodeamos de alguien estático, tarde o temprano, nuestros caminos se separarán porque la vida sigue y cambia a cada instante.
  1. Elige a alguien que esté en contacto con su sentir:  aunque esté en vías de saber gestionar sus emociones, pero al menos, que conecte con su sensibilidad y que sepa que detrás de la vulnerabilidad reside todo el poder. Que ser sensible no significa ser débil. Muy al contrario, estar en contacto con las emociones te hace fuerte y  te expande.

Y recuerda…siempre puedes volver e elegir, una y otra vez.

 

¿Con o sin alianza?

Yo siempre he sido una mujer con dos pechos bien puestos y un trasero apretado ¡Mis horas de gimnasio y de running me han costado! Y quedarme con hambre después de cada comida. Y no probar el chocolate en años.

Llegando espectacular a mi treintena, con un buen trabajo, un bonito ático pintado de malva y muchas noches de vino y rosas a mis espaldas, me faltaba un amante, a ser posible, casado, para completar mi imagen de diva.

No fue difícil encontrar en las calurosas noches de Madrid a un ejecutivo con una alianza en el dedo anular y un par de hijos a medio criar. Nos acostamos la primera noche que nos conocimos  como si rodásemos una película porno en un hotel del centro de la ciudad. Ese hombre tenía mucha, pero mucha, necesidad de sexo. Un par de piernas botinas, un bronceado perfecto y unos sugerentes tacones, hicieron que picara el anzuelo en menos de lo que tardo en quedarme sin ropa interior cuando no la uso.

Pero se me fue de las manos y Eduardo, que así se llamaba mi amante casado, se convirtió en algo más para mí. Intenté que dejara a su mujer con todas mis armas femeninas y mucha dosis de manipulación, pero fue inútil. No entendía porqué, pero Eduardo volvía a casa con su mujer y sus polluelos cada noche.

Un día, averigüé donde hacía la compra Marisa,  su mujer, y me hice su amiga en el centro comercial.  Marisa iba cada día al supermercado, incansable,  y cargaba sola con bolsas y bolsas en el Mercadona para alimentar a su prole.

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Luces y sombras

Lo de acostarse con el jefe siempre me ha parecido un micromachismo de esos que no soporto. Pero a veces la vida te explota tus propios prejuicios en la cara.

La verdad es que él nunca me había llamado la atención como macho sexual. Sí que me había llamado la atención como jefe, así que procuro estar atenta a sus gestos, tono de voz, miradas, vestimenta…para intentar descifrar cómo iba la empresa y qué ambiente laboral se urde en la oficina.

Pero ahora que lo pienso más detenidamente, puede que tras  ese interés meramente laboral, se escondían furtivos deseos hacia el torso musculado que se dejaba entrever bajo sus camisas de marca y aquellas serias corbatas.

Mi mesa estaba cerca de su “pecera” , así que podía ver desde un lateral sus idas y venidas. Realmente, antes de verle, le olía. Llevaba un fuerte perfume comercializado para despertar todas mi feromonas al instante.

Me sorprendí a mi misma varias veces posando mi mirada en su trasero unos minutos más de lo políticamente correcto.  Ni yo misma sabía qué significaba realmente este cosquilleo que sentía entre las piernas y ese brillito en mis pulilas acompañados de aleteos de mariposas en mi estómago cada vez que ese perfume adelantaba su aparición estelar en la oficina.

En la cena de empresa de Navidad, me pillé  a mí misma eligiendo un vestido más atrevido de lo habitual y preocupándome en exceso por la lencería que llevaría aquella noche.

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Besos de mujer

Nuestras miradas se unieron en el espejo del baño del bar en el que estábamos aquella noche. Ella me agarró por detrás, levantando mi cara hasta que nuestros ojos se encontraron en el mismo reflejo, dijo: “Tú eres de la única de la  que te tienes que ocupar”.
Después, giró con sus firmes manos mi cara hacia la suya y me besó.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mis pezones se erizaron bajo mi vestido empapado de lágrimas, sudor y alcohol. Fue el beso más profundo y orgásmico que había experimentado en toda mi vida. Los hombres no besan así. No besan como dándote el alma, como sintiendo el universo en tu boca.

Os preguntaréis cómo una chica heterosexual y con pareja estable como yo, había acabado morreando a una desconocida frente a un espejo en el baño de un bar.
Pues fue uno de esos jueves que salí asqueada de la oficina. Llevaba demasiadas semanas trabajando 12 horas al día. Además, la noche anterior había pillado a mi novio en nuestra cama masturbándose con una mujer que salía en la pantalla de su ordenador. No podía más, llevaba tantos meses trabajando tanto que hasta entendí que mi novio tuviera que desfogarse con otra mujer. No pude evitar sentir repulsión, asco, y culpa. Repulsión por hacer algo tan íntimo con una desconocida. Asco porque fuera sobre el lecho que compartíamos cada noche desde hacía 3 años. Y culpa por no haberme dado cuenta de que llevábamos semanas sin acostarnos.
Así que al día siguiente de que se me quedara grabada en mi mente la imagen de mi pareja disfrutando del sexo con otra on line, pues salí de trabajar más tarde de las 22h y muy harta de mi culpa, mi asco y de toda mi repulsión.
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