Besos de mujer
Nuestras miradas se unieron en el espejo del baño del bar en el que estábamos aquella noche. Ella me agarró por detrás, levantando mi cara hasta que nuestros ojos se encontraron en el mismo reflejo, dijo: “Tú eres de la única de la que te tienes que ocupar”.
Después, giró con sus firmes manos mi cara hacia la suya y me besó.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mis pezones se erizaron bajo mi vestido empapado de lágrimas, sudor y alcohol. Fue el beso más profundo y orgásmico que había experimentado en toda mi vida. Los hombres no besan así. No besan como dándote el alma, como sintiendo el universo en tu boca.
Os preguntaréis cómo una chica heterosexual y con pareja estable como yo, había acabado morreando a una desconocida frente a un espejo en el baño de un bar.
Pues fue uno de esos jueves que salí asqueada de la oficina. Llevaba demasiadas semanas trabajando 12 horas al día. Además, la noche anterior había pillado a mi novio en nuestra cama masturbándose con una mujer que salía en la pantalla de su ordenador. No podía más, llevaba tantos meses trabajando tanto que hasta entendí que mi novio tuviera que desfogarse con otra mujer. No pude evitar sentir repulsión, asco, y culpa. Repulsión por hacer algo tan íntimo con una desconocida. Asco porque fuera sobre el lecho que compartíamos cada noche desde hacía 3 años. Y culpa por no haberme dado cuenta de que llevábamos semanas sin acostarnos.
Así que al día siguiente de que se me quedara grabada en mi mente la imagen de mi pareja disfrutando del sexo con otra on line, pues salí de trabajar más tarde de las 22h y muy harta de mi culpa, mi asco y de toda mi repulsión.
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